La palabra autismo proviene de la palabra griega autós, que significa “propio, uno mismo”. Fue utilizada por primera vez en 1912 por el psiquiatra suizo Eugene Bleuler, en un tomo del American Journal of Insanity.
La clasificación médica del autismo ocurrió en 1943 cuando el médico y psiquiatra Leo Kanner, originario de Ucrania, estudió a un grupo de 11 niños en el Hospital John Hopkins que él mismo fundó en Estados Unidos de Norteamérica y fue entonces cuando identificó las características especiales en los niños estudiados y las documentó en su tesis que nombró ”Trastorno del contacto afectivo” introduciendo así la caracterización del autismo infantil temprano, donde se describen las siguientes dimensiones alteradas:
Kanner reportó que 3 de los 11 niños no hablaban y los demás no utilizaban las capacidades lingüísticas que poseían. También notó el comportamiento de auto-regulación y “extraños” movimientos.
Por su parte, el pediatra y psiquiatra austriaco Hans Asperger, estudió a 4 niños en los que identificó una aparente falta de empatía, carencia para crear conversaciones, repetitividad de rutinas y apego a ciertos objetos. Sin embargo, Asperger también indicó que algunos de estos niños mostraban una gran inteligencia y hablaban como “pequeños profesores” pues dominaban su área de interés. Fue entonces que utilizó el término “psicopatía autista” en su tesis publicada en 1944 para distinguir a esta variante de niños con más capacidades intelectuales.
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Cada persona asimila las situaciones de manera distinta, sin embargo, te puede servir de guía el proceso que describiré acerca del duelo que generalmente experimentamos las mamás de un niño(a) con autismo y que podrás descargar a continuación.
